Reflexiones

Nuestro Mundo

Puedo hablar del tema con toda propiedad, porque yo pasé por la misma situación antes de mudarme a Francia. Estaba completamente perdida y no le encontraba sentido a mi vida. Aunque había alcanzado muchas cosas que podían hacerme llamar una persona exitosa, tenía un constante malestar, porque no me conocía e intentaba llenar el gran vacío de mí Ser en lugares y con personas inadecuadas. Pero mi camino de autosanación empezó cuando llegué a Francia. Mis heridas de la infancia y la adolescencia empezaron a sanar, porque me encontraba en un ambiente sano, lejos de todo lo que me había hecho daño durante tanto tiempo. Vivía sola y me tuve que adaptar a la cultura, el clima y todas las circunstancias nuevas, íngrima. Durante 5 años viví en una comunidad de camboyanos alimentando el monje que había en mí y que desconocía. Pero hoy, después de muchos años, puedo decir que ese monje interno ya se ha convertido en un aliado.

Falacia

El mundo está operando al revés. Creemos que con un plan de acción a corto, mediano y a largo plazo nuestras frustraciones y fracasos se van a disipar. La solución medular de nuestros problemas no se encuentra en crear una estrategia o un plan de acción, el problema no es la desmotivación ni la flojera.

Hemos divorciado el corazón de la mente, y estamos pagando las consecuencias. Creemos que ese tipo de vocabulario que alude al alma y al corazón es cursi, ridículo y que no está de moda.

Como la palabra alma tiene un sentido espiritual, queremos sacarla de nuestra jerga, porque eso no rima con el lenguaje corporativo. Los vocablos que se alinean fácilmente con el mundo empresarial son: producción, estrategia, plan de acción y efectividad. Es decir que, si empleamos palabras como alma, espíritu, plenitud o hacer lo que nuestro Ser quiere, lo debemos hablar fuera de los recintos de la oficina, porque los temas del trabajo y el alma se han divorciado.

Divorcio es una palabra de moda, pero les propongo que hagamos las paces con la palabra reconciliación.

Aunque considero que las cosas están cambiando y hay un evidente despertar espiritual, creo que estamos apenas en pañales. Seguimos siendo muy racionales y a todo queremos darle una explicación. Lo místico ha perdido su valor, y ahora la moda radica en aplicar la lógica a todo. A la mayoría de nuestras dudas las googleamos, pero no tomamos el tiempo para escucharnos, sentirnos y conocernos.

Pero el camino del autodescubrimiento va mucho más allá de obligarnos a sentarnos para respirar por 20 minutos antes de salir a trabajar.

El hecho de que nos hayamos leído un libro motivacional, o que hayamos hecho un taller de crecimiento personal, no transforma la vida. El camino hacia el autoconocimiento es de sometimiento y renuncia. Pero, ¿sometimiento a qué o renuncia a qué exactamente? Hablemos de la renuncia, que es un tema muy álgido. El autor Miguel Ruíz, en su libro los Cuatro Acuerdos, habla del sueño del planeta del que hay que despertar, porque este nos ha hecho creer que necesitamos tener para ser. Cuando estamos despiertos sabemos que no necesitamos nada y que los títulos, los logros y la posición social no definen quiénes somos.

En cuanto al sometimiento, debo decir que ese es un asunto de aprendizaje transcendental, porque se trata de rendirse a lo que nuestra alma pide de nosotros. Es el llamado a actuar con coraje. No impulsado por el temor sino por la convicción de la verdad.

Pero hacer todo esto no es tan simple porque aquí todo se conecta. Si no hemos tomado el tiempo para:

  • Conocernos,
  • Amarnos,
  • Escucharnos y
  • Desarrollar una relación con nuestro Ser, entonces cómo vamos a conocer la verdad que sale de nuestra alma, si el alma y el corazón utilizan un lenguaje que no hemos querido aprender. Nuestro lenguaje es el raciocinio, y allí radica el problema.

Yo estuve por muchos años capturada por ese sueño, y me sentía minusválida. Tenía el síndrome del déficit, es decir que tenía la sensación de haber nacido incompleta y mi misión de vida era buscar lo que me estaba faltando. Cansada de buscar y no encontrar nada, decidí darle un giro radical a mi existencia. O me moría en el intento, o sobrevivía y resurgía una nueva Neffer.

Si te identificas con lo que he dicho, quiero que sepas que, aunque no lo creas, muchas de las personas que conocemos se sienten igual.

Es el momento de emprender el camino del autoconocimiento y autoaceptación para ya no ser una persona extranjera en el territorio de tu vida, y te ofrezco mis manos para hacer ese recorrido interno juntos.

Artículos

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